Notas de dirección
Una de las producciones más exitosas del Balletto di Roma firmada por uno de los mejores autores italianos de danza contemporánea regresa al escenario en la versión original de la compañía romana. Después de la afortunada recuperación del Cuerpo de Ballet del Teatro de la Corte de San Carlo en Nápoles (febrero de 2015), Fabrizio Monteverde rediseñó el Otelo en música de Antonin Dvořák para la compañía del Balletto di Roma. En esta versión, el coreógrafo retoma el texto de Shakespeare que trabaja en los centros psicológicos que determinan la dinámica del entrelazamiento ambiguo y complejo entre los protagonistas Otello, Desdemona y Cassio. En este triángulo (nunca equilátero) de relaciones, los tres vértices son constantemente intercambiables, de hecho gracias a las intrigas de Iago, pero aún más a las diversas máscaras de las «tácitas» con las que la razón lucha, a menudo sin conocerlas – el sentimiento. La configuración constante en un puerto marítimo moderno (un homenaje declarado a los marcos fassbinderianos de Querelle de Brest) aclara y expande la intuición básica: si Otelo es, como siempre ha sido, un «diferente», un extraño, no tanto por el color de la piel como por ser «extranjero», acostumbrado a «otras reglas del juego», también es cierto que el muelle de un puerto es una especie de «zona franca», un limbo en el que se llega o se espera que salga, una maraña de diversidad en la que todas las unidades son aceptadas pacíficamente como naturales y necesarias, precisamente por el simple hecho que allí, en el continuo enjambre del cambio humano, el extranjero, lo diferente o lo bárbaro, deje de existir. La misma fuerte presencia del mar (que no está relegada, como en el texto de William Shakespeare, a un fondo sugerente para una Venecia o Chipre genéricamente exótica y desfavorable) sugiere los secretos, los movimientos ininterrumpidos de las pasiones con su ingobernable tempestad, los cambios progresivos e inevitables en los territorios prohibidos del placer, los celos y el crimen. Temprano drama romántico (y esto es presenciado por el entusiasta juicio de Víctor Hugo y el melodrama de Giuseppe Verdi), Otelo se presta bien a la provocativa y excesiva lectura elaborada por Monteverde, en la que algunas exageraciones enfáticas de Dvořák encuentran su correspondiente y sana colocación a menudo actuando como un contrapunto irónico sutil (se podría decir brechtiano) a la acción de los personajes.
Credits
coreografia
Fabrizio Monteverde
música
Antonin Dvorak
escenas
Fabrizio Monteverde
trajes
Santi Rinciari
light designer
Emanuele De Maria